«Solo amanece el día para el que estamos despiertos». Thoreau
La atención plena o mindfulness es la toma de conciencia que se cultiva prestando atención SIN JUICIO instante tras instante. Esta capacidad, que emerge naturalmente de la vida, se ejercita a través de una práctica llamada meditación. La meditación tiene que ver con prestar atención, cosa que solo podemos hacer a través de todos nuestros sentidos, incluida la mente. La atención plena nos enseña a hacernos amigos de nosotros mismos y de nuestra experiencia, que es muy amplia e incluye nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro corazón y todo nuestro mundo.
Si queremos captar la realidad de nuestra vida mientras la vivimos, deberemos despertar a nuestros momentos. De lo contrario, días enteros, incluso una vida entera, podrían transcurrir sin que nos demos cuenta. Cada momento perdido es un momento NO VIVIDO. Cada momento perdido aumenta las probabilidades de que también se nos escape el momento siguiente y no lo vivamos conscientemente, lo que nos mantiene atrapados en hábitos automáticos que nos impiden vivir de un modo más atento y más consciente.
La meditación no es una técnica, sino una forma de ser. La meditación no consiste en esforzarnos en llegar a un determinado lugar, sino en permitirnos estar precisamente en el lugar en el que estamos tal y como estemos y en dejar que en ese instante, el mundo sea también exactamente tal cual es.
“El mejor modo de ocuparnos del futuro consiste en prestar atención al momento presente”
Ver las cosas tal y como son.
Habitualmente no vemos lo que tenemos delante, sino lo que queremos ver. Ciertamente miramos, pero no percibimos ni comprendemos. Convendría aprender a afinar nuestra percepción, como hacemos con cualquier otro instrumento, para aumentar su sensibilidad y su exactitud. Bien podríamos decir que el objetivo consiste en no ver las cosas como nos gustarían que fuesen, como tememos que sean o como estamos socialmente condicionados a ver y sentir, sino sencillamente tal cual son.
«Es necesario un acto radical de amor para sentarte y permanecer un rato en silencio contigo mismo».
En cualquier momento, una pausa.
¿Qué ocurriría si, en los momentos de ocio, no conectásemos con nadie? ¿O es que acaso no dispones de ningún momento libre? ¿Por qué no te esfuerzas en conectar con quien se encuentra en este lado de la línea y no en el otro? ¿Por qué no charlas un rato contigo mismo y te preguntas cómo estás? ¿Por qué no te preguntas cómo te sientes aunque, en ese instante, estés adormecido, abrumado, aburrido, desbordado, ansioso, deprimido o empeñándote todavía en hacer una cosa más?
“Aun el más breve instante de silencio constituye, al mismo tiempo, un camino para llegar al presente y un sendero para seguir”.
Ya eres el que esperabas ser en un futuro.
El futuro es ahora y está aquí. Éste es el futuro del momento que acaba de pasar y el futuro también de todos los momentos que le precedieron. Recuerda por un momento tu vida ..¡Ya eres el que esperabas ser en un futuro! Aquí y ahora. Ya lo eres. ¿No te gusta? ¿A quién no le gusta? ¿Quién está pensando eso? ¿Quién quiere, a fin de cuentas, que cambies y seas mejor? ¿No eres tú ése también? ¡DESPIERTA! Ya está aquí.
El único modo de cuidar el futuro consiste en reconocer cada momento como una ocasión que no debemos desaprovechar y sabiendo que nuestra relación con él está estrechamente ligada al modo en que, según la delicada frase de Mary Oliver en su poema de «un día de verano», se desplegará nuestra salvaje y preciosa vida.
¿Quién hizo al cisne, y al oso negro?
¿Quién hizo a la langosta?
Esta langosta, quiero decir-
la que acaba de lanzarse desde el pasto
la que come azúcar de mi mano,
la que mueve sus mandíbulas
hacia atrás y hacia adelante,
en vez de arriba y abajo-
la que mira a su alrededor con sus ojos
enormes y complicados.
Ahora levanta sus pálidos antebrazos
y se lava la cara meticulosamente.
Ahora abre las alas de un brinco, y se va flotando.
Yo no sé qué es exactamente un rezo.
Sí sé prestar atención, sé cómo caerme
sobre el pasto, cómo arrodillarme en el pasto,
cómo ser ociosa y bendita, cómo pasear por los prados
que es lo que he estado haciendo todo el día,
Dime, ¿qué debiera haber hecho?
¿No es que todo muere al fin, y demasiado pronto?
Dime, ¿qué piensas hacer tú
con tu vida única,
Siente la respiración
Cuando la vida se convierta en tu práctica
atentos a todos los instantes, independientemente de lo que hagamos y de lo que suceda. A esto le llamamos práctica de meditación informal, en cuyo caso podemos llegar a sentir, al cabo de un rato, como si, en lugar de ser nosotros los que hacemos la práctica, fuese la práctica lo que nos estuviese creando a nosotros.
Cuando la vida se convierte en la auténtica práctica meditativa, todas las cosas y todas las personas de tu vida acaban convirtiéndose en tu maestro, y todo momento y toda situación constituyen una ocasión perfecta para aprender a ver más allá de la superficie aparente de las cosas.
Aceptar lo que es
Cuando adoptamos una forma más sabia y exacta de ver, conocer y aceptar lo que es, cambia la dinámica de los que sucede.
Abre la puerta
La brisa al amanecer tiene secretos que contarte.
¡No te quedes dormido!
Debes de pedir lo que realmente quieres.
¡No te quedes dormido!
La gente esta yendo y viniendo a través del umbral donde los dos mundos se tocan.
La puerta esta redonda y abierta.
¡No te quedes dormido!
Rumi